martes, 10 de septiembre de 2013

PERFIL QUE BUSCA VENEZUELA

PONENCIA LLEVADA POR RICARDO VIVAS TERÁN
A LA MESA DIRECTIVA DEL VI CONGRESO DE ESTUDIANTES DE DERECHO EFECTUADO EN LA UNIVERSIDAD DE CARABOBO.
 21 AL 27 DE MARZO DE 1993.
(Representante Estudiantil al Concejo de Facultad de la Universidad Católica del Táchira).

              El abogado que busca la universidad venezolana, es un profesional que se dedique al estudio constante de las disciplinas que impliquen la defensa del derecho, de la libertad y de la justicia.
              El profesional del derecho debe ser un activo participante de la vida social de la Nación, promoviendo soluciones para el cambio de instituciones jurídicas que ya no se ajustan a la realidad.
               Además, el abogado tiene el deber de ofrecer a su clientela el concurso de la cultura y la técnica que posee, aplicarlas con rectitud de conciencia y esmero en la defensa.
               El profesional del derecho tiene el deber de ser prudente en el consejo, sereno en la acción y proceder con lealtad para el triunfo de la justicia.
               La misión del jurista es una de las más importantes que ha desarrollado el hombre en la sociedad a través de la historia, y tan es así importante, que los intentos que se han hecho para abolir la abogacía en sociedades como la francesa cuando se suprimió la Orden de Abogados o como la actitud comunista de Hungría y Rusia, antes de la segunda guerra, han resultado infructuosos y restablecido con más fuerza y más reconocimiento el oficio del abogado.           
              En el Imperio Romano, el jurista era apreciadísimo por su sapiencia y prudencia. El ejercicio del derecho en principio fue gratuito.
              El emperador Augusto, prohibió a los abogados recibir honorarios bajo la amenaza de tener que devolver el cuádruple.
              La Ley de Abogados, establece que en ningún momento la abogacía debe ejercerse considerándola como comercio o industria. El abogado debe ejercer con gran probidad, honradez, discreción, eficiencia, desinterés, veracidad y lealtad.
              Debe lograr el triunfo de la justicia en todas las situaciones de la vida en las que corresponde actuar, y ser asesor.
              Es necesario la dignidad, el decoro, el honor y la moral.
              El ejercicio de la Abogacía es como un ministerio, y como tal debe realizarse de la forma más pura.
              Así podrían considerarse como fases de un código de ética las siguientes:
              1.- Una conducta digna: El abogado desempeña una función social y una misión pública, cuando se asimila como un auxiliar de la administración de justicia, por lo tanto, debe procurar dar ejemplo tanto en su vida pública como en su vida privada.
              2.- Debe tener probidad: La rectitud de sus actos es muy importante. Puede que sea muy brillante pero si no tiene honestidad, honradez y lealtad, no hará honor a su profesión.
              Ya lo dijo el Libertador:
               “Talento sin probidad es un azote”.
              3.- Debe ejercer la profesión con desinterés: La Ley de Abogados establece que el ejercicio del derecho no debe asimilarse con el comercio, y es o debe ser así. No se puede comerciar con los problemas de los demás, para eso se establecen honorarios que vayan de acuerdo con la cuantía del litigio y de acuerdo al nivel socio-económico del cliente. El abogado debe aceptar la defensa de quien el Estado considere no tener los suficientes recursos o no ha nombrado defensor.
              4.- Debe proceder con lealtad: El cliente debe tener la seguridad de que su asesor no lo va a traicionar, de hecho, el buen abogado no puede desempeñar diligencias en favor de la contraparte, ni puede revelar los secretos profesionales de su cliente a la contraparte.
              5.- Debe tener bondad: Pues esta es una de las cualidades que comprende a las demás, que hacen que “el profesional del derecho sea un hombre de bien” como decía Catón el Anciano.
               Ha habido grandes doctrinarios que se han propuesto enunciar las características del buen abogado o del abogado ideal, como por ejemplo Couture que dice que: “no se puede dejar de estudiar ya que el derecho se transforma constantemente”. “Hay que pensar ya que el derecho se aprende estudiando pero se ejerce pensando. Trabajar la abogacía es una ardua fatiga al servicio de la justicia. Lucha, tu deber es luchar por el derecho, pero cuando entren en conflicto el derecho y la justicia, lucha por la justicia. Se leal, para con tu cliente al que no debes abandonar, leal con el adversario aun cuando él sea desleal y leal con el juez. Tolera la verdad ajena como quieres que toleren tu verdad. Ten paciencia. Ten fe - ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia como destino normal del derecho, en la paz como sustitutiva bondadosa de la justicia y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni paz. Olvida, tanto tu derrota como tu victoria. Ama, a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida un consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado”.
               El abogado es un sacerdote de la justicia, pues se entiende que oficia en el altar de ella, entonces es necesario que tomemos conciencia de nuestro papel importantísimo en la sociedad venezolana.
               A continuación daremos una explicación del perfil del abogado que la UCAT pretende sacar de sus egresados:
               “El abogado ucatense debe tener las siguientes características personales, debe ser: ético, humanista, culto, sensible, crítico, honesto, responsable, analítico, reflexivo.
               Además debe contar con las siguientes competencias profesionales generales:
               - Un profesional promotor de los derechos fundamentales. Debe procurar que los derechos sean reconocidos, tutelados y promovidos.
- Un profesional defensor de los derechos individuales del hombre.
              - Debe constituirse en defensor del derecho a la vida, a la procreación responsable, a la integridad física y psíquica, a la libertad ideológica”.
               ¿Cómo hacer de nuestras Escuelas de Derecho fuente de una nueva ciencia jurídica?
               En la medida en que se incremente una formación más amplia e íntegra, y demos rienda suelta a nuestra imaginación jurídica y combinemos la realidad con la innovación, estaremos propendiendo a crear una nueva ciencia del Derecho.
               Es necesario formar la mente del jurista de una manera más doctrinaria, para que no siga siendo un pragmático, sino para que procure profundizar en cada cuestión y encontrar una verdadera solución justa a los problemas sociales de nuestro país.
               Dejemos de copiar, hagamos nuestro propio derecho, no podemos seguir atados a estructuras arcaicas extranjeras, que ya en sus respectivos países se han declarado obsoletas. Enmarquemos la realidad jurídica nacional y adaptemos el derecho a esa realidad.
                Revolucionemos el mundo jurídico, no tengamos temor a proponer teorías, es más, asumamos nuestra propia posición frente a un problema, no sigamos siendo eclépticos.
                Debe plantearse la crítica de las normas vigentes y meditar sobre las directrices para su reelaboración progresiva, orientándonos en la legislación pública. 
                El abogado debe convertirse en un fuerte crítico de las leyes injustas, es decir, no ser sólo intérprete de teorías, sino ser crítico responsable de las mismas y buscar soluciones doctrinarias cónsonas con la realidad social de nuestro país.
               Antes hemos dicho que debemos dejar de ser eclépticos, pues así no se asume una posición definida, además, esa posición (la ecléptica), nos pone a mezclar las teorías que otras personas de otro país concibieron y sustentaron. Se hace inminente la innovación jurídica, no sin fundamento, sino bien consolidado en sus bases.
               Creo que el primer paso para poder innovar en la materia jurídica, es conocer a la perfección el derecho antiguo, es decir las teorías que criticaremos o que decidamos criticar, sólo conociéndolas a fondo podemos encontrar sus fallas y encontraremos la solución.
               Fomentando las cátedras investigativas se puede enseñar al estudiante el valor de la investigación, actualizando los programas de las diferentes Universidades y enfocándolos hacia un punto de vista más científico, más humano y sobre todo que abarque las nuevas ramas del derecho, ya que éste, está en permanente cambio.
               Estimular la labor participativa del alumno en la vida social, creando cátedras donde se discutan los problemas de la nación y sus posibles soluciones jurídicas.



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